Clementísimo Dios, que para salvación
de pecadores y refugio de desgraciados, quisiste que el Corazón inmaculado de
María fuese lo más parecido en caridad y misericordia al divino Corazón de su
Hijo Jesucristo: concédenos, por la intercesión y méritos del dulcísimo y
amantísimo Corazón que ahora conmemoramos, el llegar a ser semejantes al
Corazón de Jesús.
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