La enseñanza de la Asamblea
Carismática del día de ayer, fue presidida por el padre Ciro Gonzales, de la
Diócesis de Zipaquirá. El sacerdote, enfocó su catequesis en el valor de los
sacramentos, resaltando que el sacramento
nos lleva a Dios, porque contiene a Dios, el primer sacramento que conocemos es
Jesucristo.
Un sacramento es un signo visible que
hace visible lo invisible.Lo podemos entender así: Jesucristo, es un signo
visible que hizo visible a Dios, por medio de su oración, de su ser. Jesús fue un humano que transparentaba lo
divino.
¿Nosotros podemos trasparentar lo
divino cuando recibimos su sacramento? Hermanos, la intención es que vean lo
divino a través de nuestra condición humana, como lo hizo Jesús.
En ese sentido, el padre Ciro, reflexionó
sobre los sacramentos y cómo debemos vivirlos, empezando por el Bautismo. De
este modo, dijo que el verdadero bautismo es aquel que se une a la cruz de
Jesucristo, aquel que renuncia a vivir en pecado, bajo el yugo de Satanás. Es
el que dice: ahora quiero ser de Jesucristo, de la gracia. Esto con el fin de
proclamar lo que está escrito en Gálatas: Ya no soy Yo sino es Cristo quien
vive en mí. Todo lo logramos cuando recibimos el santo sacramento.
El sacramento no es el momento en el
que el padre realiza lo que se conoce como la liturgia sacramental. Sino que
consiente o no, somos nosotros los que recibimos esa unción, ese sacramento
diariamente. Somos nosotros los que somos transformados.
Así mismo, habló de la Eucaristía como
sacramento, recordando que sería maravilloso que todos reflejáramos lo
recibido, en la vida cotidiana. La
eucaristía, señaló, es el sacramento más hermoso que tenemos, porque allí nos
estamos uniendo a Cristo, nuestro Redentor. Por eso cuando comulgo, significa
que quiero llenarme de Cristo.
Yo necesito alimentarme de Jesucristo. De modo que la Eucaristía es una necesidad, si no me alimento, no puedo donarme a mí mismo, no puedo brindar amor, no puedo llevar a los demás a que trasformen su vida. Tenemos que cambiar nuestro ver y sentir en la Eucaristía. Trabajemos en eso.
Luego de esto, el padre habló del
sacramento de la confesión. Cuando me acerco al sacerdote tengo que ir
arrepentido, preparado y con dolor. El arrepentimiento hace efectiva una
confesión, junto con la absolución del sacerdote. Cuando yo voy a confesarme, es
porque quiero renovar mi vida, porque no quiero pecar más. Porque quiero
renovar el sacramento del bautismo que me dejo limpio, y que el pecado ha
ensuciado. Entonces busco la purificación que me da la confesión.
Cuando nosotros estamos llenos de
pecado, Dios hace lo imposible por medio de su Hijo amado, para sacarnos de ese
pecado. Entonces es el amor infinito de Dios que quiere sacarnos de aquella
oscuridad, porque nos ama. Esa es la gracia de Dios. Si tú vives el sacramento
de la penitencia desde el amor de Dios, podrás perdonar a otra persona. Por
ello, confesarse nos acerca más a Dios, nos purifica y comenzamos a vivir como
un ser amado de Dios.
De esta manera, analizando todos los
sacramentos en los que recibimos a Cristo, como el matrimonio, el sacerdocio,
etc. concluyó con que una persona que vive sacramentalmente, manifiesta a Dios
a través de su vida.
Por lo tanto, si somos sacramento
significa que somos un signo visible que hace visible lo invisible, es decir, a
Dios. Hacemos visible a Dios.
Luego de esto, el padre Ciro, realizó
una maravillosa oración de acción de gracias a Dios por todos los sacramentos
que nos ha regalado, pero también pidiendo la purificación de nuestro ser, para
vivir plenamente dichos sacramentos como verdaderos cristianos.
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