Salve, Señora,
santa Reina,
santa Madre de
Dios, María,
que eres
virgen hecha iglesia
y elegida por
el santísimo Padre del cielo,
a la cual
consagró Él
con su
santísimo amado Hijo
y el Espíritu
Santo Paráclito,
en la cual
estuvo y está
toda la
plenitud de la gracia y todo bien.
Salve, palacio
suyo;
salve,
tabernáculo suyo;
salve, casa
suya.
Salve,
vestidura suya;
salve, esclava
suya;
salve, Madre
suya
y todas
vosotras, santas virtudes,
que sois
infundidas por la gracia
e iluminación
del Espíritu Santo
en los
corazones de los fieles,
para que de
infieles hagáis fieles a Dios.
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