Glorioso Padre nuestro San Juan de la
Cruz, a quien el Señor quiso destinar para compartir con la Santa Madre Teresa
los trabajos de la insigne Reforma de la Orden del Carmelo, hasta poblar a
España de monasterios de descalzos que hicieron célebre vuestro nombre, y
venerada vuestra memoria: yo os felicito porque os cupo tan gran dicha, así
como por la felicidad de que gozáis en el cielo, en justo premio de tantas y
tan grandes virtudes; y os pido, Santo Padre mío, me alcancéis de Dios un gran
amor a la Sacratísima Virgen María, que fue el principal distintivo de vuestra
gloriosa vida, para que, sirviéndola aquí en la tierra, pueda gozar de ella con
Vos en el Cielo. Amén.
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