Padre,
escucha las oraciones de tu pueblo,
y
haz madurar la semilla que tú sembraste
en
el campo de tu Iglesia.
Haz
que mucha de tu gente escoja servirte
dedicándose
al servicio de sus hermanos y hermanas.
Elige
ministros dignos de tus altares
y
ardientes pero bondadosos servidores del Evangelio.
Que
aquellos que siguen las huellas de Cristo, tú Hijo, crezcan y provean por su
forma de vida una señal convincente de tu reino para la Iglesia y todo el
mundo.
Que
todos los ministros de tu Iglesia
aumenten
en números,
y
sean persistentes en sus oraciones,
y
que desempeñen su ministerio con generosidad e interés por otros.
Padre,
consérvalos fieles al llamado del Evangelio; que el mundo vea en ellos
la
imagen viviente de tu Hijo, Jesucristo,
quien
es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
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