Señor,
concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, fortaleza
para cambiar lo que soy capaz de cambiar y sabiduría para entender la
diferencia. Viviendo día a día; disfrutando de cada momento; sobrellevando las
privaciones como un camino hacia la paz; aceptando este mundo impuro tal cual
es y no como yo creo que debería ser, tal y como hizo Jesús en la tierra: así,
confiando en que obrarás siempre el bien; así, entregándome a tu voluntad,
podré ser razonablemente feliz en esta vida y alcanzar la felicidad suprema a
tu lado en la próxima. Amén
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