Dios y Padre
Nuestro, tu sabes del dolor que aquellos hermanos perseguidos, odiados, torturados...
Como a tus
hijos israelitas, tu que eres un Dios de Liberación, líbrales de las cadenas
del odio y de la maldad, ayúdales a escapar de sus perseguidores, abre las
aguas para que escapen de la opresión y dales el maná de tu consuelo y
protección.
Guiales para
superar el desierto de su sufrimiento y dales del agua para que sacien su sed
de justicia, y llévalos a la Tierra Prometida, donde la miel y la leche de la
libertad mane para todos los días de su vida.
Y tú seas para
ellos su Dios, y ellos sean par ti tu Pueblo.
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