Oh Dios, rico en misericordia,
que descubriste a
Santa Isabel de la Trinidad
el misterio de tu presencia secreta
en el alma del justo
e hiciste de ella
una adoradora en espíritu y verdad,
concédenos, por su intercesión,
que también nosotros,
permaneciendo en el amor de Cristo,
merezcamos ser transformados
en templos del Espíritu Santo de amor,
para alabanza de tu gloria.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
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